jueves, 27 de octubre de 2016

¿La practica deportiva de nuestro hijo condicionará nuestra vida familiar?

Mucha gente cuando les explico que Pau juega a fútbol, que entrena 3 tardes a la semana y que sábado o domingo tenemos que llevarlo al partido, se tira de los pelos. "Eso del fútbol os hipoteca la vida" comentan muchas veces. 

Es cierto que apuntar a tu hijo a un deporte implica un cierto sacrificio a la familia. Veréis que hablo de deporte y no de fútbol en concreto, ya que la mayoría de las disciplinas deportivas implican horas de entrenamiento, con mayor o menor número de fechas donde se disputa competición. 

¿Vale la pena tanto esfuerzo? Yo no tengo ninguna duda. Cuando una pareja decide tener un hijo debe ser consciente que el pequeño va a cambiar las prioridades de la familia. Y quién me diga que eso no es cierto, es que no ha sido padre. Tus horarios y hábitos diarios se deben acoplar a los de tu hijo/a. A medida que van creciendo, dejan de ser tan dependientes, pero la figura del padre/madre deben estar siempre presente para apoyarles en su evolución y formación.


La escuela es algo in-negociable, obligatorio. Nadie se plantea que llevar a sus hijos a la escuela es un problema para la vida familiar. ¿Y el deporte? Creo que es algo muy importante para la formación personal del chico/a. Además de intentar tener unos buenos hábitos físicos, el deporte enseña valores muy importantes en la vida, cómo el sacrificio, el esfuerzo, el compañerismo, el superarse el día a día, el saber ganar y perder y un largo etcétera. Yo quiero que mi hijo sepa matemáticas, idiomas y demás asignaturas escolares, pero también quiero que aprenda valores. Algunos los aprende en casa, otros en la escuela, pero muchos otros jugando al fútbol.


Sé que muchos pensaréis que apuntar a un niño a un deporte que precisa de la implicación familiar puede ser un problema para el disfrute del tiempo libre de la familia. Tal vez sí, pero yo personalmente no lo concibo como un problema, sino como algo positivo. Ver disfrutar a un hijo realizando un deporte, ver como se ríe con los compañeros, como sufren juntos cuando las cosas no salen tan bien, todo eso me llena. Y si además disfruto como espectador del deporte, ya no me cabe ninguna duda. 

Pau tiene una hermana pequeña que se ha decantado por la equitación. Este deporte a mi personalmente no me acaba de entusiasmar, pero no me importa que la pequeña lo practique. Lo que me importa es ver su sonrisa encima del caballo, su concentración para hacerlo todo bien. Y si un sábado por la mañana no puedo ir a otro sitio porque ella tiene equitación, no me importa. ¿Porqué os explico esto? Simplemente porque muchos acusan de que no me importa llevar a Pau al fútbol porque me encanta este deporte. Cierto que me gusta, pero si practicara ping-pong, baloncesto, tenis o cualquier otra disciplina, no me importaría hacer el mismo "esfuerzo".

En resumen, tener un hijo/a practicando un deporte implica que parte del tiempo libre de la familia esté dedicado a ello. Y ese tiempo, bajo mi punto de vista, NUNCA es tiempo perdido. Por que eso es ser padre/madre, dar a tus hijos sin necesidad de recibir, aunque quieran o no ellos nos acaban dando mucho más.

Así que mi respuesta al titular del artículo es clara: La practica deportiva de nuestro hijo/s , sea la que sea, condicionan la vida familiar, sí,  pero siempre de forma positiva.