Estamos en unos días de transición entre el final de la temporada pasada y el inicio de la nueva, época dónde se define dónde va a jugar cada chico/a en el nuevo año futbolístico. Y aquí viene el momento dónde uno se puede plantear que es lo mejor para su hijo intentando buscar un equilibrio entre competir y divertirse, siempre teniendo claro que al final son los técnicos y no los padres los que deben buscar el mejor lugar para el chic@.
¿Que opina la gente?
Estos días hemos realizado una pequeña encuesta en nuestras redes sociales para ver qué opinaba la gente a la pregunta ¿Estar en una categoría competitiva puede disminuir la diversión del chic@ futbolista? Hemos formulado la pregunta en Twitter e Instagram con resultados similares.
En ambas redes sociales los resultados fueron muy similares. La mitad de los que respondieron la encuesta pensaban que dependía de cada chic@. Del resto, podríamos llamarlos "los más puristas", se repartían a medias entre el SI y el NO.
Voy a intentar ponerme en la cabeza de cada uno de ellos para intentar justificar cada una de las respuesta y tras ello sacar mis propias conclusiones.
Más competir, menos diversión
Quiero pensar que aquellos que han respondido esta opción son personas que ven el deporte como una diversión en sí mismo, dónde más que ganar o perder, lo importante es pasarlo bien. Que si nos obsesionamos con la victoria esta diversión no es tal. Y da igual el nivel que tenga el chic@ o el esfuerzo que ponga en el juego, mientras se divierta.
Es una idea del fútbol como puro juego de diversión, dónde la competición puede corromper el divertimento. Es posible que muchos psicólogos deportivos sean partidarios de esta opción para chicos o chicas en edad escolar que practican algún deporte.
Más competir, más diversión
Los que han votado esta opción seguramente son competidores de nacimiento. El deporte es competición, hay ganadores y perdedores, y competir por ser el mejor es lo que da sentido a cualquier disciplina deportiva.
Competir nos ayuda a evolucionar, a esforzarnos. Sin competición y sin ponernos retos hacemos que el fútbol sea una mera forma de pasar el rato sin el aliciente de buscar la victoria, de superarnos.
Depende del chic@
Esta opción, la ganadora por mayoría, podemos decir que es la más lógica. Como en la mayoría de cosas no todo es negro o blanco, sino una serie de grises. Cada niño/a es un mundo. Nos podemos encontrar con los que son competitivos hasta jugando al parchís, o aquellos que lo único que pretenden es pasar un rato agradable practicando un juego o deporte, sin importarles en exceso el resultado.
Cuando el grupo de técnicos de un club deben decidir dónde ubicar a cada chico, seguro que tienen en cuenta estas inquietudes. Poner a un chico competitivo en un equipo confeccionado sin afán de competir puede crear cierta frustración al jugador. Por el contrario, colocar a un chico no competitivo en un equipo confeccionado para competir en categoría alta puede crear un estrés innecesario al jugador.
Como padres podemos pensar o desear que nuestro hijo pueda ir a uno u otro equipo pero al final es el propio chico el que debería decidir, siempre orientado por la opinión de los técnicos.
Mi opinión personal
Mi voto fue a "depende del chic@", por que creo firmemente que cada persona es diferente y tiene diferentes actitudes ante los diferentes aspectos de la vida. Uno de estos aspectos es el deporte. Hay niños que disfrutan compitiendo y que evolucionan gracias a esas ganas de mejorar para ganar. Otros por su lado no tiene la necesidad de esa competición para ser felices, para ellos lo importante es pasar un buen rato sin depender del resultado.
En nuestro caso, nuestro hijo es muy competitivo en todo. Compite para sacar la mejor nota de clase, compite para ganar en cualquier juego de mesa y, efectivamente, quiere competir en el fútbol. Esa gran ansia de competir le ha creado alguna frustración. por que, no nos engañemos, en la vida es más habitual perder que ganar y la victoria sólo la consigue uno. Pero ahí es dónde le he notado más evolución. En los últimos años una serie de circunstancias le han hecho darse cuenta de que no puede ser el mejor, aunque él lo sigue intentando. Ello le lleva a competir hasta en los entrenamientos contando en cada ejercicio si le meten más goles a él o a su compañero.
He podido leer la opinión de algunos psicólogos o entrenadores criticando la competitividad en el deporte. De forma muy razonable exponen sus ideas basadas en que el deporte en los niños ha de ser simplemente diversión. Y no dejan de tener cierta razón. Pero siempre hablamos de los valores que el deporte puede inculcar a un niño en desarrollo para su posterior utilidad en la vida adulta.
El deporte es un buena herramienta de formación en muchos aspectos y, personalmente, pienso que la competitividad puede ser uno de ellos. Por que competir no debe interpretarse como algo malo. La vida es competición. Compites en los estudios para poder sacar una nota que te permita entrar en la carrera que quieras cursar, compites en la busca de trabajo para ofrecer más que otros candidatos a un puesto laboral, compites para mejorar tu estatus dentro de tu lugar de trabajo, etc.
Si te conformas y no compites, no evolucionas. Y en ello, el fútbol te puede ayudar a aprender a competir, siempre desde el respeto a compañeros y rivales. Por que el que quiere competir se esfuerza para mejora. Y es cierto que muchas veces competir puede hacer que no sea tan divertido. Es más, yo pienso que mi hijo disfruta de diferente manera en un partido en el patio del colegio que en un partido de liga con su equipo. Tal vez se divierta más en el patio, pero él a la hora de practicar fútbol como extra-escolar quiere competir. Hubo una época dónde las cosas no le iban demasiado bien en que le planteamos dejar de jugar a nivel de clubs y jugar en el colegio, pero él se negó, quería competir. En estos casos cómo padre hemos de intentar acompañar a nuestro hijo/a en sus decisiones.
Seguramente muchos tenéis hijos/as que desean competir. En otros casos vuestros hijos buscan en el deporte una diversión más allá de la competición. Ni unos son mejores ni otros peores. Cada chic@ es diferente y cómo padres hemos de intentar que cada uno disfrute del deporte cómo el/ella desee.
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